Tras siete siglos de ocupación, la toma de Granada por los Reyes Católicos en 1492 supuso el fin del dominio musulmán en la Península Ibérica. Los reyes Isabel y Fernando quisieron que Granada se convirtiera en el símbolo de su victoria y, para ello, planearon varias construcciones que “cristianizaran” la ciudad.
Tal y como se hizo en muchas otras ciudades reconquistadas de España, los monarcas decidieron construir una catedral sobre la antigua mezquita mayor de Granada. Esta nueva catedral católica se convertiría así en un robusto símbolo del dominio de los vencedores monarcas cristianos sobre los vencidos musulmanes.
Tras la reconquista de la Península, los monarcas quisieron ser recordados para siempre por su trascendental logro. Por esa razón, además de una grandiosa catedral gótica, decidieron construir una capilla real dentro de la catedral donde pudieran exponerse sus tumbas. Esto ha asegurado su legado hasta hoy, ya que la catedral y la capilla real son dos de los monumentos más visitados de todo Granada.
Sin embargo, tras la repentina muerte de la reina Isabel en 1504, se decidió comenzar construyendo primero la Capilla Real para albergar sus restos.
Para la nueva catedral, el arquitecto y escultor Enrique Egas fue el responsable de diseñar un templo de estilo gótico, basándose en la catedral de su ciudad natal, Toledo. Las obras comenzaron con la colocación de la primera piedra en 1523.
En 1529, el también arquitecto y escultor Diego de Siloé sustituyó a Egas al mando del proyecto. Siloé había estudiado en Italia y, como tal, quiso darle a la catedral un carácter Renacentista, mucho más ambicioso que el original. Sin embargo, esto no fue tarea fácil.
Por un lado, tuvo que convencer a Carlos V. Para el rey era importante cumplir con la voluntad de sus abuelos, los Reyes Católicos, quienes querían que sus restos descansasen en un templo gótico.
Afortunadamente, Carlos V cedió y terminó incluso convirtiéndose en un gran fan del estilo renacentista. Prueba de ello es el palacio cristiano de la Alhambra, también conocido como Palacio de Carlos V.
Por otro lado, existían ciertas limitaciones estructurales ya que los cimientos de la catedral ya habían sido construidos. Pero Siloé consiguió salirse con la suya y dedicó el resto de su vida a la construcción de la majestuosa catedral de Granada, la cual se convertiría en una de las obras cumbres del Renacimiento en España.
Tras la muerte de Siloé en 1563, su discípulo Juan de Maeda continuó con las obras. Sin embargo, durante el reinado de Felipe II (1556-1598), debido a sus política centralista y la expulsión total de los musulmanes del país en 1609, Granada perdió importancia a nivel estatal y los trabajos en la catedral se ralentizaron.
En 1664, dieron comienzo los trabajos en la fachada principal, bajo el mando del pintor, escultor y arquitecto Alonso Cano. La abundante decoración y los elementos barrocos de la fachada contrastan con el sobrio interior de la catedral.
Responsabilidad de Cano fue también la construcción de las dos monumentales torres de más de 80 m de altura planeadas por Siloé. Pero cuando solamente dos terceras partes de la torre derecha habían sido construidas, hubo varios derrumbes que ocasionaron la muerte de más de un obrero.
El rey Felipe II, teniendo en cuenta dichos sucesos y los frecuentes terremotos en la zona, decidió que se detuviera la construcción. Por eso hoy en día la catedral de Granada tiene una sola torre de 57 m.
Tras 181 años de obras, la catedral de Granada se dio por finalizada en 1704.