La catedral no fue el primer lugar de culto en ocupar estos terrenos. De hecho, en este mismo espacio se encontraba originalmente la mezquita principal de Sevilla cuando los musulmanes controlaban la ciudad.
En 1147 el Califa almohade, cuyo imperio abarcaba todo el noroeste de África (Marruecos, Túnez, Argelia y Libia), decidió trasladar su capital a Sevilla.
La nueva capital pronto se embarcó en la construcción de su Gran Mezquita que debía cautivar a todos los que la vieran.
Sin embargo, en 1248 los cristianos reconquistaron Sevilla y la antigua mezquita se convirtió rápidamente en una iglesia. Después de 150 años, la mezquita fue demolida para dar paso a un nuevo templo gótico.
La construcción comenzó a principios del siglo XV. Afortunadamente el minarete, conocido como la Giralda, se salvó de la demolición. Este preciado icono sevillano se construyó aún más alto y se convirtió en el campanario de la catedral.
Además de la Giralda, la única otra parte de la mezquita que sobrevivió fue el Patio de los Naranjos. En este patio, los musulmanes se lavaban antes de entrar a la mezquita para rezar.
Desde el siglo XVI al XX, la construcción nunca se detuvo. En 1564, después de casi un siglo entero de trabajo, se completó el retablo cristiano más grande del mundo. Dicho retablo contiene 44 relieves y más de 200 figuras de santos cubriendo una superficie total de 400 m2.
Tras el descubrimiento de las Américas, la edad de oro de Sevilla financió multitud de proyectos en la catedral, incluyendo varias capillas y muchas obras de arte.
Hay pinturas de Murillo, Zurbarán y muchos más artistas de la escuela sevillana. Buen ejemplo de esa época son las pinturas de Zurbarán en la Capilla de San Pedro (siglo XVII).
A lo largo de los siglos, muchos reyes han sido enterrados en esta catedral gótica. La Capilla Real contiene los huesos de varios reyes de Castilla como Pedro I el Cruel, Fernando III y Alfonso X. Sin embargo, la más destacada es la tumba de Cristóbal Colón.
Hoy en día, además de admirar el impresionante interior de la catedral, también es posible subir andando a la parte más alta de la Giralda (a través de rampas – no hay escaleras).
Desde su punto más alto, es posible disfrutar de vistas panorámicas de la ciudad. La visita a la Giralda está incluida en la entrada a la catedral, sin embargo, ten en cuenta que a menudo hay que hacer cola para subir a la Giralda.
Si quieres ver aún más de la catedral, puede que te interese participar en una visita guiada a las cubiertas. Antes de llegar a las cubiertas, tendrás la oportunidad de caminar por varios pasajes suspendidos en el techo de la catedral. Esto te dará la oportunidad de verla desde una perspectiva totalmente diferente.
Para obtener más información al respecto, visita la página de entradas y horarios de la catedral.