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Ubicado a orillas del río Guadalquivir, el enorme complejo de la Mezquita de Córdoba tiene el tamaño de cuatro campos de fútbol. Su tejado está sostenido por dobles arcos construidos con ladrillos alternados en rojo y blanco. Dichos arcos se elevan sobre 856 columnas romanas hechas de jaspe, ónix, mármol, granito y pórfido. Sin duda, es un lugar que te dejará sin aliento.
Pero no es sólo la belleza de la Mezquita lo que la hace destacar. Es el hecho de que el edificio cuenta la historia de los últimos 1500 años. Lo que comenzó como un templo dedicado al dios romano Jano, se convirtió más tarde en una iglesia visigoda (572 d.C) conocida como la Basílica de San Vicente.
Hoy en día, todavía se pueden ver mosaicos de los visigodos que fueron desenterrados bajo los cimientos de la Mezquita. ¿Y las columnas romanas? Fueron recicladas por los musulmanes cuando comenzaron a trabajar en la Mezquita bajo la orden de Abderramán I.
Cuando los cristianos reconquistaron España, la Mezquita se consideró demasiado hermosa para ser destruida. En su lugar, fue convertida en iglesia y eventualmente, se construyó una enorme catedral en su centro.
Estar rodeado de arquitectura musulmana y contemplando una iglesia, todo dentro del mismo edificio, es una experiencia insólita. Eso es exactamente lo que es la Mezquita: una peculiar pero hermosa obra maestra que es testimonio de 1500 años de civilización humana.